Los hijos suelen llevarte muchas veces al límite, hasta el punto de acabar perdiendo la paciencia.
Si sientes que te enfadas mucho con ello, les gritas a menudo poniéndote violento, probablemente te puedan ir bien algunas estrategias para lograr controlar la ira hacia los hijos.
En este post te explico lo que puede estar moviéndose dentro de ti cuando tus hijos te llevan al límite y algunas herramientas para no dejarte llevar por la ira.
¿Es de mal padre o madre, sentir ira hacia los hijos?
Lo primero que hay que decir: las emociones no son ni buenas ni malas, son reacciones ante estímulos externos interpretados a partir de nuestras experiencias de vida. Lo que puede ser negativo, son las acciones que hagamos movidos por esas emociones.
Hay personas que, ante la misma situación, tendrán sentimientos diferentes. Delante de la misma escena de una película, hay personas que se pondrán a llorar y otras que puedan sentir rabia o indiferencia o la emoción que sea y esto depende de las experiencias que cada persona haya vivido.
Con los hijos funciona igual.
Para controlar la ira hacia los hijos, lo primero que hay que hacer es darte cuenta de que está, y aceptarla tal como es. Para eso es imprescindible que no te condenes por tener estos sentimientos.
Entonces, ¿está bien sentir ira y dar rienda suelta a estos sentimientos? Pues no.
No creo que a nadie le guste sentir ira, porque este sentimiento activa mucho a la persona y genera unas sensaciones físicas muy desagradables. Por escoger, mejor escoger sentimientos que generen sensaciones agradables (como la alegría, por ejemplo).
Ahora bien, si hay ira… pues hay ira, y esto no es condenable (como he dicho antes). Lo que no es bueno es que la ira te domine y dejarse llevar por ella. Esto sí que es necesario controlar.
Es necesario controlar todo aquello que haces motivado por la ira.
Los niños activan nuestras heridas del pasado
Todos, en mayor o menor medida, llevamos heridas del pasado.
Probablemente, en algún momento de nuestra infancia-adolescencia, no fuimos atendidos o escuchados como necesitamos, fuimos rechazados por familiares y/o amigos o lo que sea.
Esas heridas (pequeñas o grandes) como tienen que ver con la relación que tuvimos con los demás, suelen abrirse en relaciones íntimas.
La relación que tenemos con los hijos es una relación muy estrecha porque ellos dependen de nosotros y van a engancharse todo lo que puedan para sobrevivir.
Teniendo en cuenta esto, es muy fácil que, en esta relación con nuestros hijos, ellos hagan algo que activen estas heridas y que nos haga reaccionar.
Si nos ven reaccionar, lo más probable es que vuelvan a hacer aquello nos hace reaccionar. Es su forma de testar el vínculo que están construyendo con nosotros.
Por mucha ira que sintamos hacia ellos, nuestros hijos seguirán haciendo aquello que nos enciende tanto, no para hacernos enfadar, sino porque necesitan saber que, pese a las emociones que sintamos, seguiremos estando aquí para ellos.
Si el enfado se convierte en ira…
Perder la paciencia con los hijos es lo más natural del mundo. Por definición, son seres que suelen descontrolarse a menudo y les cuesta mantener la atención focalizada en las acciones que hacen (sobre todo los más pequeñines) y eso nos hace enfadar en ocasiones.
El enfado es una emoción controlable, la ira no lo es tanto. Cuando el enfado de convierte en ira, es que algo dentro tuyo está pasando para que estas emociones se desborden.
Si tus hijos te hacen enfadar y te cuesta mucho sostener el enfado hasta convertirse en ira, esto suele ser un buen indicador de que tienes que empezar a hacer algo para controlar la ira hacia los hijos.
Este desbordamiento emocional está diciendo que hay algo interno en ti que no acaba de estar bien regulado.
Puede ser un buen momento para ti para empezar a hacerte cargo de todo eso que se mueve dentro y que tus hijos activan. Es bueno para ti y también lo será para ellos.
¿Por qué los hijos nos llevan al límite?
Existe una edad en la que los niños empiezan a experimentar cómo relacionarse con los demás. Probablemente esta edad ronde entorno a los 3 años.
Antes de esta edad, la relación que establecen con sus cuidadores (los padres) es de pura satisfacción de sus necesidades básicas. En esta época no están aprendiendo a relacionarse, necesitan algo (comida, abrigo, dejar de sentir dolor, etc.) y lo piden sin tener en cuenta al otro. Esta demanda tan insistente puede llegar a desbordarnos y llevarnos al límite.
Lo que me gustaría que entendieses de esta época es que los niños únicamente esperan de ti que les satisfagas la necesidad que tienen y no tiene sentido tratar de razonar con ellos.
A partir de los 3 años y medio o 4, es cuando los niños empiezan a probarte y a explorar dónde están los límites. Esto únicamente pueden hacerlo a través de la relación y en un entorno de seguridad como es su casa y con sus cuidadores.
La intención de probar los límites con nosotros no es hacernos daño. Muchas veces no nos damos cuenta de esto como padres, porque nos dejamos llevar por nuestras heridas. Lo único que tratan de hacer es aprender cómo relacionarse y lo hacen con nosotros porque les damos seguridad.
También puede pasar que nuestros hijos sientan que no son escuchados o que no se atienden sus demandas (un tipo de demandas más enfocadas a la expresión de emociones y a otras cosas internas que les ocurren y no entienden) y se enfadan con nosotros.
Algunas herramientas para que logres controlar la ira hacia los hijos.
Te propongo 4 sencillas estrategias para controlar la ira hacia los hijos. Estos recursos te ayudarán a contenerla, pero no harán que desaparezca. Para ello necesitas empezar un proceso terapéutico y explorar de dónde viene esa ira.
Yo puedo ayudarte con esto: haciendo clic aquí obtendrás toda la información necesaria para saber cómo te puedo ayudar.
Notar las manifestaciones físicas de la ira
Tu cuerpo puede avisarte de que se te está desbordando alguna emoción mucho antes de darte cuenta claramente de lo que está pasando.
Existe una relación directa entre las emociones y nuestro cuerpo y no me refiero a que la rabia afecta al hígado o que la tristeza se guarda en los pulmones. Esto es una simplificación ridícula de como funciona nuestro sistema.
Este artículo te puede dar más información al respecto: https://somatic.experiencing.es/donde-se-sienten-las-emociones-en-el-cuerpo-esta-infografia-lo-muestra/.
Emociones como la rabia o la ira pueden generar las siguientes manifestaciones físicas: aumento de las pulsaciones, aumento del calor en la cara y las orejas, aumento de la tensión en la zona de los ojos, se puede sentir rigidez y mucha tensión en el pecho, tensión en los hombros y los brazos, agarrotamiento de las manos que pueden cerrarse en puños, presión aguda en medio del pecho o debajo del esternón, etc.
Si empiezas a sentir estas manifestaciones físicas u otras parecidas, que tienen que ver con el aumento de la tensión en la parte alta del cuerpo, préstate mucha atención porque hay algo que se está escapando de tu control.
Haz acciones para no descargar la ira en tus hijos
Emociones como la ira, cuando se encuentran en su punto alto, no se pueden parar. La anterior herramienta puede ayudarte a que no lleguen a ese punto.
Si no has sido capaz de pararla a tiempo (a través de las manifestaciones de la ira en el cuerpo) y está a punto de desbordarse, trata de no descargarla usando a tu hijo.
La mejor manera de descargar una emoción tan movilizadora como la ira es a través del movimiento.
Te recomiendo salir de la situación que te genera ira para tratar de regularte descargando la ira a través del cuerpo. Lo mejor es que te apoyes de alguien adulto que se encuentre cerca para que se haga cargo de la situación con tu hijo: me refiero a pedir ayuda a tu pareja, algún otro adulto de confianza que se encuentre allí o incluso pedir ayuda de algún hijo mayor que no se encuentre dentro del conflicto (si lo tienes).
Si no hay nadie más, explícale bien a tu hijo lo que tratas de hacer, no desaparezcas sin más. Es importante que el niño/a sepa que no lo dejas tirado, sino que te ausentas un momento para poder hacerte cargo mejor de la situación. De esa forma no se sentirá abandonado.
Si no puedes salir de casa, puedes hacer esto: en una habitación diferente trata de sacudir enérgicamente tu cuerpo, como si temblases, pero más enérgicamente. Estas sacudidas te ayudarán a descargar la emoción.
No des golpes a muebles ni a paredes porque esto podría asustar a tu hijo y trata de no gritar (aunque si le explicas a tu hijo que vas a dar un grito, probablemente no se asuste).
Háblale de tus emociones usando “mensajes Yo”.
Algo más que puedes hacer para controlar la ira hacia los hijos, es poder hablar de ella con ellos.
Si has llegado a gestionarla más o menos y no la has descargado contra ellos, puedes hacerlo durante la misma situación de conflicto. Si la situación se te ha ido de las manos, probablemente es mejor esperar a la noche o al día siguiente (pero si es así, no dejes pasar la ocasión para hablar con ellos).
Para hablar de tus emociones a tus hijos usa “mensajes Yo”, es decir, déjale claro que quien tiene esos estados emocionales y es responsable de ellos eres tú y no él.
Puedes decirle algo así como: “Cuando haces __________________, me enfado tanto que me cuesta mucho controlarme”.
Esto es muy diferente de decir: “No me hagas enfadar más con ______________”.
En el primer ejemplo te atribuyes a ti mismo la emoción. En el segundo haces responsable de la emoción a tu hijo.
Valídale sus emociones, pero pon límites a sus conductas.
¿pueden hacer lo que les de la gana y yo tener que estar comiéndome mi rabia para que no les afecte?
Pues rotundamente, no. Esto no sería educativo.
Lo importante aquí es poner límites a las conductas de tus hijos y no hacerlo a sus estados emocionales.
En lo que se refiere a las emociones de tu hijo, se aplica lo mismo que he dicho en el apartado anterior. Él o ella, puede tener los sentimientos que sea y está bien no discutirlos.
Por ejemplo, si te dicen: “me amenazas”, tú puedes responderles: “Te sientes amenazado/a”, en lugar de decirle que eso no es verdad.
Y en relación con esto, tu hijo puede sentirse amenazado (y eso no solo no lo discutiremos, sino que le daremos validez), pero no nos puede amenazar igual que nosotros no podemos amenazarlo a él. Limitamos la conducta, en este caso verbal, pero validaremos lo que siente.
Conclusiones
Si has llegado hasta aquí, estoy convencido que te preocupa no ser capaz de controlar la ira hacía los hijos que tengas.
Espero que, con estas letras, puedas tener algo de información para empezar a hacerte cargo de ella y algunas herramientas para gestionar mejor esos estados emocionales que tanto se suelen desbordar.
Si, después de leer el artículo, te ha surgido alguna duda puedes preguntarme lo que quieras en la zona de comentarios debajo de estas letras. Te responderé encantado y con ganas de seguir ayudándote en esto.
Muchas gracias por leerme hasta aquí y recibe un abrazo cálido de mi parte.
Samuel.