La autocrítica destructiva es una forma de relación que adoptamos con nosotros mismos que acostumbra a hundir todos los cimientos en los que se sostiene nuestra personalidad.
Como esta forma de relacionarnos es muy limitante, nos oprime y, además, empobrece la relación con los demás, merece mucho la pena dedicar un artículo entero a explorarla para que tengas más información sobre lo que puede que te esté pasando.
¡Vamos allá!
¿Qué es la autocrítica destructiva y cómo se diferencia de la autocrítica positiva?
Todas las personas tenemos una voz interna. Esta voz forma parte de cómo nos relacionamos con nosotros mismos desde un plano mental (también podemos relacionarnos desde el contacto físico o desde la creación de sentimientos hacia nosotros mismos).
Esta voz interna nos puede dar ánimos, puede funcionar como un recordatorio, puede ayudarnos a mejorar como personas o puede hundirnos y bloquear nuestro proceso de desarrollo.
La autocrítica destructiva hace referencia a esa voz interna que todos tenemos, cuando actúa evaluando nuestros actos de forma siempre negativa y sin la intención de ayudar a que nos vayamos superando a nosotros mismos.
Esa voz puede insultarnos, transformar en negativo incluso las experiencias positivas y los actos de superación de uno mismo, hasta el punto de evaluar en negativo, no solo nuestros actos, sino toda nuestra personalidad en global.
La autocrítica destructiva destruye el autoconcepto
El autoconcepto hace referencia a la idea que tenemos de nosotros mismos.
Para lograr desarrollarnos plenamente según nuestras posibilidades, el autoconcepto tiene que tender a la positividad. En caso contrario nos bloqueamos y nos quedamos estancados sin evolucionar.
La autocrítica destructiva destroza nuestro autoconcepto y fulmina cualquier posible tendencia a la positividad.
Al entender esto, podemos darnos cuenta de que esta autocrítica destructiva puede ser una de las causas de que exista una baja autoestima y mucha inseguridad emocional y falta de confianza en uno mismo.
¿Toda autocrítica es mala?
Se puede hacer crítica, de uno mismo y de los demás, con el deseo y el sentimiento de ayudar al otro (y a uno mismo) a ser mejor persona.
En este sentido, probablemente tiene más sentido hablar de “valoración” más que de “crítica”.
La autocrítica positiva, busca la manera de que mejoremos en los actos que hacemos. Nos ayuda a darnos cuenta en qué hemos fallado y qué podemos hacer para conseguir cambios en lo que hacemos.
La autocrítica es positiva cuando esta no se envía a la globalidad de la persona, sino a actos concretos. Esta es la gran diferencia con la autocrítica destructiva.
Un ejemplo de esto sería decirnos: “aquí he fallado” (autocrítica positiva) en lugar de decirnos: “Soy un perdedor” (autocrítica destructiva).
De esta manera no se destruye el concepto que la persona tiene de sí misma, sino que se va modelando para ayudarnos a desarrollarnos mejor como personas.
Trastorno de personalidad Narcisista, la otra cara de la moneda.
Ya que está tan de moda hablar de los Narcisistas, hago una mención a este trastorno de la personalidad (probablemente sobre diagnosticado o diagnosticado al tun-tun).
En una persona con personalidad narcisista no existe autocrítica, ni positiva ni destructiva. Esto es peligroso.
Puede dar la sensación de que las personas con este trastorno sean muy seguras de sí mismas y tengan una autoestima muy elevada. Este tipo de personalidad suele atraer a las personas que van faltas de esto.
Si esta seguridad y autoestima se basase en lo real, pues sería genial porque ayudarían a este tipo de personas a desarrollarse de forma potencial. El problema es que no están basadas en lo real, sino en una estrategia que trata de enmascarar la realidad (a uno mismo y a los demás) y generar una imagen de uno mismo del todo sobrevalorada.
Si no hay autocrítica, la persona no puede aprender de sus errores. Es muy probable que los continúe cometiendo sin darse cuenta de ello. Desde aquí no es posible evolucionar.
¿Por qué me relaciono siendo tan crítico conmigo mismo?
Hace un momento te he hablado del autoconcepto o el concepto que tenemos de nosotros mismos.
Esta idea de cómo soy Yo, no es un concepto fijo que se instaura en un momento dado y ya no se modifica.
El niño o la niña empezará a forjar su autoconcepto en la niñez, a partir de los 6 años (más o menos). Esta idea de sí mismo la irá creando a partir de las definiciones que sus padres hagan de él o ella, a partir de cómo el niño/a perciba la forma que tienen los padres de relacionarse con ellos mismos, los demás y con el mundo y a partir de la capacidad de estos de ofrecerle amor incondicional o no.
Incongruencia entre cómo creo que soy y cómo soy en realidad
En este apartado me gustaría ampliar un poco la última idea de la que he hablado y que se relaciona mucho con la autocrítica destructiva: la capacidad de los padres de ofrecer amor incondicional.
Para ampliar esta idea, me basaré en la teoría de la personalidad de Carl Rogers, psicólogo humanista de los años 50-60 y creador de la psicoterapia centrada en el cliente (estilo de psicoterapia que yo practico). Tienes más información de esta teoría aquí: https://psicologiaymente.com/psicologia/teoria-personalidad-carl-rogers.
Los niños necesitan el amor y la atención de sus padres para sobrevivir. Esta atención tendría que ser recibida sin condiciones, sin que el niño se la tuviese que ganar.
Cuando esto no es así, cuando le pones condiciones a ese amor (“la mamá no te querrá si no te comes la sopa”) el niño empieza a realizar cambios en su forma de ser para adaptarse a ese condicionamiento.
Con el paso del tiempo es posible que, debido a esos cambios, vaya creando una idea de sí mismo muy diferente a cómo es en realidad y se genere una incongruencia entre lo interno (como soy) y lo externo (como me muestro).
Un ejemplo de incongruencia superficial, de la que todos podemos darnos cuenta es cuando alguien nos ofrece, por ejemplo, algo de comer y aunque nos apetecería aceptarlo, decimos: “no, no tengo hambre”.
Cuando este nivel de incongruencia es muy elevado es muy probable que empiecen a crearse partes críticas dentro de uno mismo para mantener todo esto a raya. Estas partes críticas pueden hacerse tan grandes que acaben ejerciendo una acción destructiva en la persona.
Autocrítica destructiva a partir de experiencias traumáticas
Si la persona ha vivido experiencias traumáticas de pequeño relacionadas con el abuso (sexual o físico) es muy probable que pueda llegar a tener sentimientos de vergüenza, suciedad, sentirse poca cosa, haberlo permitido o sin capacidad de defenderse, etc.
Estos sentimientos pueden llegar a generar esta autocrítica destructiva en un intento (inconsciente) de protegerse de esas vivencias tan duras y desagradables.
Para acabar de explicar bien cómo vivencias dolorosas en la infancia pueden suscitar estos comportamientos de autocrítica destructiva me gustaría hacerte ver que estos sentimientos de inseguridad, sentirse poca cosa, sentirse incapaz de defenderse o de tomar buenas decisiones, etc. suelen ir asociados con la sensación de sentirse como un niño pequeño siendo adulto.
Cuando esto pasa, cuando un adulto se siente como un niño, cuando tiene que relacionarse con los demás o cuando tiene que tomar decisiones importantes, puede llegar a criticarse duramente por ser incapaz de comportarse como cree que tiene que hacerlo un adulto.
Conclusiones
Hasta aquí el artículo, espero que te haya ayudado a entender mejor por qué existe este comportamiento de autocrítica destructiva en ti (si es así).
Posiblemente haya cosas en el artículo que no acabes de entender. Esto es normal debido al espacio reducido que tengo para explicar temas complejos. Si esto es así, siéntete libre de usar la zona de los comentarios para preguntarme lo que necesites.
Y si vives en España, te ofrezco la opción de que podamos vernos (online o presencial en Granollers) para valorar tu caso y explicarte cómo te puedo ayudar, desde el estilo de psicoterapia que practico. Puedes apuntarte a la sesión aquí: https://tristezaenpositivo.com/sesion-de-valoracion-boletin/
Nada más, un saludo y mucho ánimo en tu camino.